Cuando discutí por primera vez con un amigo sobre el polémico enfrentamiento de Netflix y otras modernas plataformas con el cine tradicional, en la contienda él abogaba por el gigante del streaming y yo defendía con furia el poderío de lo tradicional, con sus argumentos validos y respetables, me hizo caer en cuenta de que este era un debate al que le faltaban muchos metros de tela por cortar. Este tan solo es un acontecimiento más en la gran historia del cine.
Este enfrentamiento no lo comenzamos nosotros, esto nació el año pasado en Cannes, donde dos películas de Netflix tenían opción de ser premiadas por dicho festival, "The Meyerowitz Stories" de Noah Bambauch y "Okja" de Bong Joon - Ho. Ante esta particularidad, la Federación Nacional de Cine Francés exigió que todas las películas fueran exhibidas en los cines franceses, que este era un requisito que empezaría a regir desde el año 2018. La determinación causó tremendo revuelo y los fundadores de Netflix advirtieron un bloqueo para sus productos. Posteriormente el director del Festival de Cannes indicó que las películas de Netflix podían concursar pero no en las categorías principales del certamen. Al dia de hoy, la cosa es tan grave que la plataforma informó que este año no permitiría la proyección de productos donde ellos tengan la mínima participación.
Con la constante evolución de la tecnología llegó Netflix (Fundada en 1997 por Reed Hastings y Marc Randolph) para cambiar la forma de ver cine y la televisión, es una plataforma que hoy cuenta aproximadamente con 125 millones de suscriptores, cifra que cada segundo sigue aumentando sin lugar a dudas.
Llegó, gustó y se quedó, no solo para mostrarnos otra forma de ver cine, sino que de manera inconsciente quiero creer que es así ha querido cambiar la forma de apreciar y sentir esta experiencia, ya que la mayoría de las personas hoy en día prefieren ver películas sin salir de casa, no solo por la "comodidad" a la que siempre hacen referencia, sino también por moda, lo cool de contar con los servicios de vídeo en streaming. Es que así como lo zapatos de moda, el perfume en furor, el teléfono celular que todos desean tener, quien hoy cuente con el servicio de Netflix, pese a su bajo costo ya hace parte del club. Gracias a "Nefli" como algunos inocentes gritan con aire de triunfadores, nacieron las tendencias: viernes de peliculitas, sábados de juicio total y los domingos sin salir de la camita.
El fácil acceso, la ola de lo cool y las novedades con calidad innegable que hoy brinda esta plataforma y otras que le siguen los pasos muy de cerca, queriendo o no, han cambiado la forma de ver cine. Aunque rotundamente no niego que hasta para los cinéfilos y seriéfilos ha servido para ampliar el rango de producciones que no se habían podido ver por cualquiera que sea el motivo, tampoco puedo negar que este monstruo le está arrebatando a la humanidad la oportunidad de vivir una de las mejores y mágicas experiencias que puede vivir una persona, ir al cine. Sin decir la amenaza en que se ha convertido para la industria cinematográfica, sea justificada o no por algún bajón de calidad, falta de nuevas ideas, precios de boleteria y comida, etc. Desde hace varios años se ven cada vez más solas las salas de cine, algo muy triste con lo que hay que lidiar.
"El hombre es un animal de costumbres", dijo el escritor inglés Charles Dickens, yo no limitaría tanto al ser humano, pero algo de cierto hay, la gente usualmente tiene sus costumbres, y el que no las tiene se las copia para agradar o se las inventa para llamar la atención. Lo que si no tiene discusión es que el ser humano es dinámico, tenemos costumbres que pueden cambiar como nuestro pensamiento, y son precisamente los hábitos de la gente los que están cambiando con respecto a la forma como recibimos el arte, como admiramos la obra y las expresiones de nuestros semejantes. Me rehúso a creer que la magia de la gran pantalla sea reemplazada por una cama, palomitas quemadas, 1 litro de gaseosa y dos pequeñas pantallas: La televisión y el celular.
El cine es pagar por un boleto, entrar a una gran sala a oscuras, sentir el olor a cuero, acomodarse en la butaca, escuchar susurros, enojarse por llantos de niños, dejarse sorprender, salir feliz o decepcionado pero nunca indiferente. Aunque mal me llamen fundamentalista y romántico, sigue siendo mucho más que eso, es un todo, es una experiencia. Ir al cine es tratar de resolver los problemas de otro al mismo tiempo que nos olvidamos de los nuestros. En definitiva es dejarse tocar, sentir y vivir.
En esta lucha por la defensa de la magia de la gran pantalla por fortuna estoy bien acompañado, grandes personalidades del mundo del cine han salido en su momento a defender la forma tradicional, uno de los primeros fue Pedro Almodóvar, ante lo ocurrido en el Festival de Cannes pronunció: "Creo que sería una paradoja que se lo lleve una película que no se verá en la pantalla grande" refiriendose a las dos películas de Netflix que concursaron en 2017, además de esto, aseguró que cualquier película se debe ver por primera vez en una sala de cine. Respaldando a Almodovar, se pronunció el que considero uno de los actores más destacados en América Latina, el argentino Ricardo Darin quien dijo: "El cine necesita ser defendido desde su exposición y emisión clásica. Las películas están hechas para ser pantalla, ese formato. Por eso el gran esfuerzo del director de fotografía, de los ingenieros de sonido, de los directores, todo el mundo tratando de que sea la mejor de las expresiones".
Por otra parte, el controvertido Christopher Nolan fue radical en decir: "Un escenario en el que las películas y la televisión se convierten en lo mismo eleva la televisión, pero disminuye el concepto de películas(...) ¿A quién le importa Netflix? No creo que afecte a nada, no es más que una moda, una tormenta en una taza de té. ¿Cuál es la definición de una película? ¿Qué es una película? ¿Algo que dura dos horas? ¿Es un género en particular? Nada es eso. Lo que ha definido siempre una película es que se vea en un cine. Ni más ni menos. Así que el hecho de que Netflix esté haciendo películas para televisión y que compitan en los Oscar o en el Festival de Cannes sólo significa que utiliza el cine como un arma de promoción. Y no pasa nada, pueden hacerlo. Eso sí, si yo dirigiera un festival de cine no las aceptaría porque no son películas. Pero eso es una decisión de cada festival, o de la Academia de Cine."
Por mi parte, considero que el gran problema ha sido querer igualar a Netflix y este tipo de plataformas con lo que es el cine (Con todo lo que esto implica). Netflix, Amazon, HBO go, Fox Play, Crackle, no son cine, la televisión y el cine no son la misma cosa, no sigan intentando igualarlas. No concibo que se instale en la misma categoría del festival más importante de cine en el mundo una película que no sea hecha para cine y por lo tanto no se haya proyectado en una sala, ¡Por favor! es de terror esto.
Hoy en día queda claro, al menos para mi, que los tiempos han ido cambiando al mundo y por ende las formas también, por tal razón ver películas ya no es lo mismo que ir al cine, se han convertido en cosas diferentes. Esta teoría la expuso María Alvarez en una interesante columna para el portal argentino "El Perfil" http://www.perfil.com/noticias/columnistas/las-peliculas-y-el-cine.phtml "Está claro que las películas van a existir siempre, no están en riesgo de extinción, al contrario, cada vez hay más dispositivos dónde podemos verlas. Hoy, ir al cine y ver películas son, quizás, dos actos inversamente proporcionales: la gente mira cada vez más películas pero va cada vez menos al cine". Es obvio el mensaje de la columnista, se debe defender a capa y espada nuestro lugar a donde ir: El cine.
El terreno del cine es tan enorme que hay espacio para todo el mundo, por eso aclaro que no estoy del todo en contra de estas nuevas propuestas, pero soy un fiel defensor de lo tradicional porque considero que hay cosas que por más que el mundo avance no deben cambiarse, aunque haya cosas que se puedan mejorar. Para que una película haga parte del cine debe pasar primero por un teatro, la incertidumbre de la taquilla, las criticas positivas y negativas, las paginas de periódicos y revistas, el fervor en redes sociales, es todo un universo que no se puede borrar.
En conclusión, se debe seguir defendiendo el acto de ir al cine, es una guerra que ya está ganada porque la pantalla nunca muere, pero que se debe seguir hasta lograr la protección de ese regalo divino. Esto no significa que no se pueda coexistir con las nuevas modalidades, pero cada quien en el lugar que le corresponde.
¡Vayan al cine!
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